
¿Cómo puedo ser una persona más asertiva?
La asertividad es hablar con autoridad, porque es lo que tú piensas o sientes y con firmeza porque es lo que tú quieres o necesitas. Pero la asertividad también es decir las cosas con mimo y tacto para que los demás entiendan y acepten lo que estás diciendo y no se tomen tan mal tus palabras.
La asertividad es una forma de comunicación honesta, transparente y sincera que suele tener una respuesta positiva en los demás porque cuando hablamos desde el corazón y la razón, con equilibrio y calma, el otro nos ve como a una personita humana que se abre y por lo tanto, se le activa de una forma más natural la empatía y la comprensión.
Hay personas que nacen con esta habilidad y tienen una asombrosa facilidad para llevarla a cabo. Pero la mayoría de personas tienen que aprender a potenciarla porque es una habilidad que necesita práctica y, a veces, una buena dosis de valentía.
- Decirle a tu pareja que necesitas más espacio.
- Hablar con tu jefe para que te cambien el horario.
- Decirle a un amigo/a que te ha molestado algo que ha hecho o dicho.
- Hablar con tu familia para que te apoye.
Hay muchas situaciones en las que necesitamos una pizca de asertividad para hacernos valer, así que veamos algunas estrategias y conceptos que nos puedan ayudar en este camino:
- Si te adelantas y piensas más en lo que te va a decir el otro que en lo que vas a decir tú, estás vendido de antemano. Tus recursos mentales no pueden invertir energía en una respuesta que no controlas, mejor invierte tiempo en ensayar tu propio discurso.
- Habla abiertamente de tus emociones, de por qué has tomado esa decisión, de cómo te sientes o de lo que pretendes. No estás obligado a dar explicaciones, pero es bueno intentar que la otra parte entienda nuestro punto de vista. Esto no significa que tengas que repetirte una y otra vez, si a la tercera no lo entienden o no quieren entenderte deja espacio para que el otro amueble y organice lo que le has dicho. No todos reaccionamos al mismo tiempo ni de la misma manera.
- Las personas quieren, piensan o necesitan cosas distintas porque todos somos diferentes y tenemos diferentes formas de ver o entender la vida. No es mejor ni peor lo que tú quieras o necesitas de lo que quiere o necesita el otro. La asertividad no estar por encima de nadie, es entender que cada uno es libre de elegir a pesar de que esa elección sea opuesta a la tuya. Lo bueno para mí es lo que yo considero bueno para mí y lo bueno para ti es lo que tu consideres bueno para ti, a veces coincide y otras veces no.
- No podemos pretender hablar con asertividad en estados alterados. El miedo, el enfado, la tristeza, el rencor, la rabia son contraproducentes para expresar desde la tranquilidad y la calma.
- Si tienes las cosas claras no recules por miedo o por presión. Lógicamente el otro siempre va a intentar convencerte, sobre todo cuando le afecte, pero es inevitable que las cosas salpiquen a los demás, no te sientas culpable por querer o necesitar algo que a otra persona no le va bien. A nadie le gusta hacer daño a los demás, pero como hemos dicho antes no siempre coinciden nuestras prioridades y debemos intentar que las necesidades de los demás no nos esclavicen a nosotros.
- Hay que respetar y aceptar las respuestas que recibimos de los demás. A veces se enojarán y otras lo entenderán. Pero no podemos enfadarnos porque las personas no reaccionen como esperamos. Hay que dar espacio, tiempo, hay que dejar que el otro procese la información.
- Habla con las personas que tienes alrededor y pregúntales sus estrategias, no todos sabrán contestarte pero seguro que puedes aprender mucho de cómo los demás se enfrentan a las situaciones. También puedes buscar libros sobre esta temática o consultar páginas por Internet. Toda herramienta que te genere opciones es bienvenida.
- Algunos miedos o inseguridades pueden jugarte malas pasadas a la hora de trabajar la asertividad. Si tienes demasiado miedo a lo que piensen, a lo que opinen de ti, si tienes demasiado miedo a que se enfaden o si crees que no tienes derecho a pensar en ti, el trabajo es un poco más complicado. Aquí es donde te hará más falta la valentía porque tendrás que arriesgar y comprobar que va sucediendo. El miedo solo se supera en la batalla y si quieres hacerte valer, tienes que pasar a la acción. Solo tú puedes luchar por ti.
- La práctica es el mejor potenciador de la asertividad. Ensaya, prueba, corrige y vuelve a la carga. Da igual las veces que creas que no ha servido para nada o las veces que creas haberlo hecho mal, lo importante es que estás dándote voz y con cada paso que das la modulas un poco mejor.
- No dudes en pedir ayuda si lo intentas pero el miedo te paraliza y no consigues avanzar. Un psicólogo no solo está para enfermedades patológicas y traumas severos de infancia. Un psicólogo es un orientador personal, alguien que puede enseñarte herramientas que ni siquiera sabías que tenías.
Una cosa muy importante que has de tener siempre presente es que todo aquello que quieres decir pero no dices por miedo, lo acumulas en tu mochila y cuando esa mochila pesa mucho tiende a explotar. Callar y someterse tiene muchas más consecuencias negativas de las que puedas imaginar. La frustración es una enfermedad muy silenciosa que puede destrozarte la vida. Aunque te parezca mentira, es mucho más fácil enfrentarse, que vivir bajo el yugo de tus miedos.
La seguridad tiene mucho que ver con la asertividad y la asertividad tiene mucho que ver con la seguridad. Si trabajas en hacer valer lo que quieres, sientes o necesitas tu autoestima, inevitablemente, crece. Por lo tanto, si prácticas el noble arte de expresarte de forma positiva y equilibrada, recibirás de premio una seguridad más estable.
Vani G. Leal, Psicóloga.
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