
El coronavirus nos pone sensibles
Mucho se habla de cómo el coronavirus nos está haciendo valorar las cosas importantes, de cómo nos hará cambiar la visión que tenemos del mundo y de cómo las prioridades serán distintas a partir de esta experiencia pero, ¿es verdad? Pues no, lamentablemente no, porque el 90% de la población, siendo generosos, volverá a ser, pensar y a hacer lo mismo que hacía antes de la pandemia.
- Sí, el coronavirus nos pone sensibles porque nos hace pensar en los que ya no están, nos hace recordar que lo principal son las personas que amamos, los abrazos que damos y recibimos, los encuentros divertidos con amigos o compañeros, los besos tiernos e intensos de aquellos a quien echamos de menos…
- Sí, el coronavirus nos pone sensibles porque nos hace ser conscientes de cómo influimos en nuestro planeta, de cómo lo devastamos, lo explotamos, lo sangramos…
- Sí, nos pone sensibles porque vemos en los animales enjaulados nuestro propio confinamiento y lo horrible que es vivir entre barrotes…
- Sí, nos pone sensibles y recordamos que no existen colores, razas, géneros o identidades porque al final somos todos iguales ante el dolor, la tristeza o el sufrimiento…
Que importante sería seguir recordando todo esto cuando acabe la pandemia, que importante sería seguir recordando que la vida es pasajera y que lo esencial es lo que hacemos en el aquí y ahora porque lo auténtico y verdadero son los momentos felices que vivimos. Pero no, no lo recordaremos porque el ser humano no tiene memoria y lo demuestran los errores que durante siglos y siglos hemos ido repitiendo.
Algunos lo olvidarán al día siguiente, otros a la semana y la mayoría lo olvidará cuando dejen de oírlo a todas horas en las noticias, porque entonces ya no se hablará de enfermedad y se hablará de crisis, y todos los que defendían el cambio de mentalidad, los que enviaban mensajes a todas horas de unidad, superación, consciencia y amor enviarán las consignas pertinentes de la crisis económica del momento.
Vuelta a empezar, eso es lo que sucederá en la mayoría de casos, vuelta a empezar en la vida normal y diaria en la que priva lo que priva, el individualismo, el incivismo y el egoísmo social.
- Los partidos políticos, tan educados la mayoría hasta ahora, sacarán las uñas buscando culpables para recuperar votos.
- Cada grupo, ideológicamente hablando, culpará de lo que sucede al grupo de enfrente.
- Volveremos a consumir indiscriminadamente, da igual de dónde venga, da igual si proviene de dudosa humanidad, si provoca deforestación, esclavitud animal o contamina ríos y mares.
Así somos como especie, egocéntricos, egoístas y desconsiderados porque, por normal general, nos cuesta ver más allá de nuestras propias narices. Pero no, no está todo perdido ni muchísimo menos, porque tal vez ese 10% restante sí que aproveche el coronavirus para cambiar su mentalidad y utilicen la experiencia para abrir los ojos a nivel personal, emocional, personal, familiar…
- A los que este tiempo les haya hecho pensar en las personas que echa de menos y en lo importante que es dejar atrás los errores y conflictos del pasado sí que les hará cambiar esta experiencia.
- A los que se hayan dado cuenta de que no quieren volver a la vida de antes y tomen decisiones sí les hará cambiar esta experiencia.
- A los que hayan decidido aprovechar el tiempo de confinamiento para empezar a estudiar o continuar con sus proyectos sí les hará cambiar esta experiencia.
- A los que haya calado de verdad el mensaje ecológico y medioambiental y decidan participar activamente si les servirá esta experiencia.
- A los que decidan hacer introspección de su vida y ponerse a trabajar en defectos, errores, miedos o inseguridades sí les hará cambiar esta experiencia.
En definitiva, esta experiencia le servirá a las personas que hagan algo productivo con su vida, no solo pensar, sino hacer algo activamente durante el tiempo que dure el confinamiento porque, si algo nos hace cambiar son las acciones que llevamos a cabo más que los pensamientos que tenemos.
Pensar es fácil, es un proceso automático producto de lo que experimentamos y en este instante que estamos viviendo es fácil tener pensamientos epifánicos, instantes de lucidez donde creer que después de esto seremos seres humanos mejores, más responsables, más equilibrados, más cooperativos, más, bueno, más de todo. Pero como digo, el pensamiento es automático y refleja lo que estamos experimentando en cada momento, por lo tanto cuando todo esto termine y volvamos a la normalidad nuestro pensamiento volverá también a reflejar esa normalidad y ya no pensaremos en ser mejores ni más buenos ni más responsables, al menos no la mayoría.
Y tú, ¿dónde te quieres situar? Porque al final es una decisión, una decisión única, personal e intransferible que sólo puedes decidir con tus propias reflexiones. ¿Quieres ser de ese 90% que se olvidará rápido de todo aquello que importa o serás de ese 10% que utiliza los obstáculos para mejorar o cambiar su vida?
No, no creáis que culpabilizo a ese porcentaje tan alto de la población que seguirá como si nada, en ningún momento pienso en ellos como malos o irresponsables, solo son personas que siguen la corriente porque en este mundo es más fácil seguir la corriente que enfrentarse a la cruda realidad. Y la cruda realidad es que el mundo está más lleno de ciegos que de visionarios.
- El coronavirus saca a relucir nuestra parte más emocional, más humana, más grupal, no lo olvides cuando termine.
- El coronavirus saca a relucir las verdaderas necesidades, no lo olvides cuando termine.
- El coronavirus saca a relucir los héroes y las heroínas que llevamos dentro, no lo olvides cuando termine.
- El coronavirus saca a relucir las carencias que realmente tenemos, no lo olvides cuando termine.
- El coronavirus saca a relucir una sensación poderosa de unión y fuerza entre todos los seres humanos, no lo olvides cuando termine.
Está claro que un 10% no es demasiado, pero un 10% de millones de personas es un montón de gente y, si un montón de gente del mundo entero aprovechara estas circunstancias para mejorar, el mundo sin duda mejoraría al menos un poquito, y un poquito, puede ser una diferencia abismal entre el antes y el después de esta pandemia.
Muchos son los consejos que se escuchan ahora, en televisión, en redes sociales, en páginas de internet, en grupos de whatsApp, así que esta vez no voy a seguir con la cadena porque considero que ya hay mucha información y no diría nada que no se haya dicho ya.
Solo puedo deciros que tengáis mucho cuidado con las teorías conspiratorias, los bulos dañinos y las noticias tóxicas, porque solo consiguen crear miedo y odio y, sinceramente, es lo último que necesitamos, sumar más miedo y odio a este mundo.
Por último, añadir que cuando esto acabe, inviertas en tu pueblo, en tu ciudad o en tu región, porque será momento de hacer piña y, si todos hacemos un poco de piña a nuestro alrededor (seas de donde seas), seguro que la crisis, que evidentemente vendrá, será un poco más llevadera.
Seamos responsables, seamos generosos, seamos cívicos porque al final todas las desgracias nos enseñan que lo único fundamental son las personas y nuestro pequeño gran planeta.
P.D : A los que dirán que olvido en este artículo a todos los más afectados por la pandemia, les diré que no los olvido, pero hablar de muertes, hablar de falta de dinero para comprar comida, hablar de supervivencia dura y pura es otro cantar, porque cuando uno lucha por sobrevivir, sobrevivir de verdad, lo último que necesita es alguien que le diga que abra los ojos.
Vani G. Leal, psicóloga.
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