
Menos maquillaje y pesas y más terapia
Cuidamos nuestro pelo para que se vea brillante y sano, cuidamos nuestra piel para que se vea bronceada y suave, vamos al gimnasio para potenciar cada músculo de nuestro cuerpo, nos compramos ropa para vernos guapos y guapas ante el espejo, pero ¿qué pasa con nuestro cerebro?
¿Por qué priorizamos la superficie al fondo?
El cerebro no es algo que se vea a primera vista y por lo tanto, parece menos importante, pero no nos equivoquemos, la mente, ese músculo escondido dentro de nuestra cabeza es lo más transcendental y prioritario que tenemos y deberíamos cuidarlo en consecuencia.
A día de hoy, nadie se ha sentado en mi despacho por culpa de un pelo seco o unas abdominales poco desarrolladas. Han venido a verme para mejorar sus vidas, pero ninguno ha dado por sentado que los enviaría a la peluquería para arreglar su situación.
¿Cuánto dinero y tiempo inviertes al mes en cremas, tintes, pesas, peluquería, gimnasios, ropa, depilación, maquillaje, colonias, etc.?
¿No crees que puedes reducir un poco esa factura y dedicar una parte a arreglar tu zona menos visible? ¿Acaso tu cerebro no lo merece?
Si la apariencia nos diera la felicidad, los guapos y guapas del mundo siempre serían felices, y desde luego, no es así para nada. Tienen tantos problemas, miedos e inseguridades como el resto de los mortales, por lo tanto, quiere decir que ser guapo o guapa no es sinónimo de felicidad.
Si no te gusta como llevas el pelo vas a la peluquería. Si no te gusta tu ropa vas a comprar nueva. Si no te gustan tus músculos vas al gimnasio a moldearlos. Pero si no te gustan tus miedos, si estás desmotivado, si estás triste, ¿a dónde vas? porque al psicólogo desde luego que no, porque a día de hoy todavía son una minoría los que van.
No me entendáis mal, hay que cuidarse físicamente. Verse bien frente al espejo es importante para una parte de nuestra autoestima y lo recomiendo a todos los que se sientan frente a mí, pero ¿qué hay de la otra parte?
La mayoría de personas creen que sentarse frente a un psicólogo es cosa de gente que está muy mal. Pero no es verdad, no hace falta estar nadando en la mierda para necesitar ayuda psicológica.
Todos tenemos piezas que arreglar de nuestra mente y ningún maquillaje o ninguna pesa podrá cambiar eso.
Y no hace falta una terapia de 5 años, ni hace falta ir una vez por semana, lo que hace falta es que vayas cuando te sientas más agobiado de la cuenta, lo que hace falta es que vayas cuando termines una relación y te sientas perdido, lo que hace falta es que vayas cuando estés cansado de tus inseguridades, lo que hace falta es que tengas en cuenta que tu cerebro también necesita cuidados y no solo tu cuerpo.
¿Por qué da vergüenza decir que vas al psicólogo? Porque significa admitir que no sabes que hacer. ¿Es acaso malo no tener claras las direcciones de tu vida?
En una sociedad donde todo va muy deprisa, donde se exige continuamente la perfección, donde hay que destacar, donde tener pareja es una prioridad para aumentar tu ego, donde aparentar es lo más importante, ¿cómo no vamos a necesitar ayuda para superar todos y cada uno de los obstáculos que vivimos?
Hay que ser fuerte, hay que levantarse, hay que luchar, hay que reponerse…sí, sí, sí, eso está muy bien pero, ¿quién te enseña?
En un mundo ideal e utópico serían los colegios y escuelas los que, además de matemáticas, enseñarían autoestima, comunicación, Inteligencia emocional…, pero lamentablemente no es así y crecemos con mucha cultura pero con pocas herramientas mentales para enfrentarnos a la vida.
Ir al psicólogo es como ir a la escuela, es un lugar neutro que pretende enseñarte formas distintas de sentir, pensar y comportarte para acercarte un poquito más a ese ansiado lugar llamado alegría.
Y diréis: ¿Qué va a decir una psicóloga? Pues tenéis razón, ¿qué voy a decir yo? Pues que menos peluquería y músculos y más terapia. Pero no, no quiero decir eso, porque la peluquería y los gimnasios cumplen su función y es una función importante. Lo que yo quiero decir es que no es lo único importante y que, si inviertes en arreglarte por fuera, hagas un pequeño reajuste y también inviertas en arreglarte por dentro.
Vani G. Leal, Psicóloga.
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