
La telerrealidad, ¿verdad o mentira?
¿Qué hay de verídico en un programa de telerrealidad? ¿Fingen los personajes?¿Tienen estrategias para ganar?¿Se enamoran o aparentan que se enamoran?¿Son profesionales de la televisión?
En primer lugar, y después de más de diez años de programas de vida en directo (Gran hermano, Supervivientes, La isla de las tentaciones, Gran hermano Vip, etc), podemos asegurar desde el punto de vista psicológico que todos los personajes que participan en los realities son absolutamente reales y verídicos. Eso no quiere decir que no manipulen, que no finjan, que no lleven estrategias, claro que sí, pero es que en la vida real las personas también manipulan, fingen y elaboran estrategias.
¿Una persona puede enamorarse en dos días dentro de un concurso? Por supuesto, en la calle las personas se enamoran en dos horas, en un día, en una conversación, así que no existe diferencia alguna. ¿Algunos concursantes están predispuestos a enamorarse? Pues también, pero volvemos a lo mismo, en la vida muchas personas están predispuestas a enamorarse, ¿por qué iba a ser diferente en un programa de televisión?
¿Exageran comportamientos para destacar? Pues algunos de ellos seguramente, dependerá del grado de consciencia que tengan de las cámaras y de la visión que crean que es mejor mostrar, pero tampoco es nada nuevo, todos conocemos personas que exageran cuando alguien las mira, entonces, ¿qué diferencia hay dentro de un concurso?
La verdad es que el éxito de la telerrealidad radica en eso, en que al final todas las personas se ven representadas por alguno de los personajes que hay dentro y como espectador empatizas, sufres o te diviertes con ellos.
¿Los programas manipulan a los concursantes? Desde luego, es un show y, como tal, busca la confrontación, busca el drama, busca el amor, busca la reconciliación, busca todas y cada una de las situaciones que puedan dar audiencia y la audiencia no la dan un grupo de personas tranquilas, racionales y sosegadas, la audiencia la dan las emociones desbordadas y, por lo tanto, se buscan personas que puedan aportar esa dosis de explosión visceral. Los programas hacen su trabajo, quieren entretener y harán siempre todo lo posible para que eso suceda.
Ahora bien, ¿se extralimitan? Pues también, porque a veces crean situaciones psicológicamente muy duras que pueden traer consecuencias emocionales a los que las viven. ¿Quiere decir que al programa no le importa lo que les suceda? Bueno, yo no diría tanto, sí que les importan, pero supongo que parten de la base de que son mayorcitos para decidir dónde se meten y hay suficientes precedentes como para que sepan por las situaciones que van a tener que vivir.
¿Todo el mundo está preparado para pasar por esta experiencia? Categóricamente, no.
Mentalmente hay que ser fuerte, hay que pasar del qué dirán y hay que tener los pies en el tierra para ir a un concurso de estas características. ¿El verdadero problema de la telerrealidad? Que entra mucha gente mentalmente más débil, a la que le afecta mucho el qué dirán y con los pies en todas partes menos en el suelo, pero vamos, no se diferencia en nada a la vida real porque en el mundo conviven personas muy variadas; fuertes, débiles, evitativas, confrontativas, realista, soñadoras, tranquilas, nerviosas, comedidas y desmedidas, así que en un concurso que imita la realidad, no podía ser de otra manera.
¿Por qué tiene tantos detractores? Bueno, es fácil catalogar un concurso así como de superficial y banal, pero la verdad es que de superficial y banal lo único que tiene son las opiniones y críticas de las personas que lo comentan, que se amparan en que los concursantes saben a lo que están expuestos para despellejarlos sin ningún tipo de miramientos, pero vamos, nada nuevo tampoco porque en la vida también existen los criticones profesionales que juzgan con severidad todo lo que hacen los demás.
Desde la perspectiva psicológica del asunto, que es mi único cometido, diré que venden un poquito su alma al diablo, exponen su vida a cambio de fama, de notoriedad, de espectáculo y es lícito, por supuesto, pero harían bien en prepararse mejor mentalmente porque es una forma de ganarse el sustento que no tiene marcha atrás. Una vez entras en ese círculo, tu vida queda marcada y grabada y a veces quitarse esa etiqueta, y más si no vas a vivir de ello, es una tarea muy complicada porque todo el mundo se creerá con derecho a juzgar lo que hagas.
Quizás ahí está verdaderamente el problema, que nos creemos con derecho a criticar más ferozmente a alguien solo porque sale en televisión. Él o ella se lo ha buscado, para eso están ahí, que no se hubieran metido, ya saben a lo que iban, para eso cobran…
Todos podemos opinar sobre lo que hacen los demás, pero opinar es una cosa y despellejar otra muy distinta. Y hablando claro, las personas en su mayoría, fuera o dentro de un reality, son más propensas a los juicios negativos, los insultos y las faltas de respeto que a la comprensión, la empatía o la tolerancia.
Y aquí quería yo ir a parar, no son malos estos programas de televisión, no son telebasura como algunos los llaman, son solo un espejo de nuestra propia realidad, un espejo donde vemos reflejadas todas nuestras costumbres como sociedad y, tal vez no te guste lo que ves, pero que no te guste no significa que no sea real y que no sea auténtico, porque si miras en tu trabajo, con tu familia, con amigos y compañeros, todo lo que sucede dentro de la telerrealidad: peleas, conflictos, amores, infidelidades, dudas, posicionamientos, etc, lo tienes representado en tu propio mundo cada día. La vida ya es un espectáculo de por sí, la televisión solo se aprovecha de ello.
Vani G. Leal, Psicóloga.
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