
Todos tenemos un lado oscuro ¿Cuál es el tuyo?
Decir cosas que no piensas, hablar más de la cuenta, enfadarte con alguien que no tiene la culpa, juzgar sin conocer, comportarte mal con alguien, mentir por miedo, sentir celos, ocultar tus errores, aparentar ser quien no eres, exagerar tus cualidades, disimular tus defectos, hablar a las espaldas, traicionar…
Todos, y todos es todo el mundo, pasamos por estados o comportamientos parecidos a lo largo de la vida. En diferentes momentos, en diferentes situaciones o con distinta intensidad, todos cruzamos alguna vez la línea de hacer, sentir o pensar aquello que no nos gusta en los demás.
Pocas personas admiten sus debilidades o sus defectos, la mayoría tiende a esconder la parte imperfecta, la parte, en realidad, más humana que tenemos.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué no hablamos abiertamente de nuestros miedos, nuestros errores o nuestros defectos?
¿Qué opinarán de mí? ¿Qué dirán si digo que tengo celos, miedo o inseguridad? ¿Qué pensarán si ven que me equivoco? ¿ Qué pasará si averiguan que he mentido, que he exagerado o que he hablado mal de alguien?
Pues pensarán que eres humano, pensarán que no tienes la verdad absoluta y pensarán que te equivocas. Pero ¿acaso no es cierto?
Es verdad que habrá un cierto tipo de personas que se regocijarán en tu error, que se reirán o se aprovecharán de la situación, pero no son la mayoría y, en todo caso, descubrirás que tipo de persona tienes delante.
Mostrar al mundo solo tu cara más maravillosa, es ocultar una parte muy esencial de ti mismo. Es decirle al mundo que eres perfecto y que estás por encima de todo. Algo que todos sabemos que no es cierto, porque no es factible ni es real.
Todos la cagamos, todos nos equivocamos, todos cometemos errores, todos nos comportamos mal en algún determinado momento. ¿Puedes negarlo? No, no puedes y no puedes porque todos somos conocedores de una verdad aplastante que nos empeñamos en disfrazar. Una verdad simple pero directa: NO PODEMOS SER PERFECTOS.
Y si sabes esta verdad, ¿por qué finges? ¿Por qué disimulas? ¿Por qué ocultas? ¿Por qué aparentas?
¿Qué tiene de malo decirle al mundo que no tienes todas las respuestas? ¿Qué tiene de malo decirle al mundo que te has equivocado? ¿Qué tiene de malo decirle al mundo que también eres tu parte más oscura?
¿Y si compruebas que sucede cuando compartes tu zona tenebrosa? ¿Y si la próxima vez que sientas miedo, celos o inseguridad, lo compartes como si fuera lo más normal y natural del mundo? ¿Y si reconoces abiertamente que la has cagado? ¿Qué puede pasar?
Que sientas un poco de vergüenza, que sientas liberación, que compartas quien eres, que estreches lazos, que sientas tranquilidad, que resuelvas la situación, que deje de tener importancia, que soluciones un conflicto…
Pueden pasar muchas y variadas cosas, pero sobre todo pasará algo muy importante, que te enfrentarás a ti mismo y, por lo tanto, ganarás en seguridad y confianza.
Al contrario de lo que piensa la mayoría, ser transparente y hablar abiertamente de tus errores te hace más fuerte y no más débil. Si tú eres quién admite, acepta y se enfrenta a tus comportamientos menos buenos, te responsabilizas y, en consecuencia, tienes la posibilidad de cambiar las cosas para la próxima vez.
Nadie es perfecto porque nadie nace sabiendo. Lo que hacemos con las experiencias que vivimos es lo que determinará nuestra propia evolución. Así que, a partir de ahora, cada vez que pretendas esconder tu pequeño monstruo recuerda que no es tan fiero ni tan oscuro como lo pintas y que, si eres capaz de enseñar al mundo tu cara menos buena, empezarás a pintar de colores, al monstruo que antes veías como negro.
Vani G. Leal, Psicóloga.
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